sábado, 18 de octubre de 2008

Hermanos cap.16

Cap.16: Trabajo

_¿Exorcismos?- repitió Gael mirando a Aurora y a los chicos.

Aurora pareció pedirle resignación con la mirada. Gabriel permaneció con la mirada fija en su taza de café.

_Deberías haberme consultado primero- replicó tímidamente- no es que me importe, pero...

_¿Te has molestado? – Le preguntó Dario.

_¡No! Es solo que...

_Creí que si dudaba, la mujer se echaría atrás, y como tú no estabas allí...

_Está bien. Hiciste bien. Si tú lo has decidido así, así será – concedió finalmente Gabriel.

Aurora suspiró, ligeramente preocupada.

_¡Chicos! – se oyó la voz de Gael – A mí, todo esto de exorcismos, magia..., me viene muy grande. A decir verdad, ni siquiera creía en ello hasta que e topé con Aurora, y aún ahora... De todas formas, si me necesitáis para algo...

Dario le miró fijamente.

_¿Tienes algún aparato con el que podamos comunicarnos entre nosotros?

Gael aguantó su mirada lo más calmado que pudo.

_¡Claro! – Respondió encogiéndose de hombros.




A la mañana siguiente, los dos hermanos se presentaron frente al edificio donde vivía su clienta.

_ ¿Y, bien? – preguntó Gabriel - ¿ Por dónde empezamos?

Dario pareció meditar la respuesta.

_Podemos empezar preguntando a los vecinos, a ver si ellos han notado algo extraño. Si les decimos que realizamos una investigación por orden del ayuntamiento, no se extrañarán tanto. Habría que preguntarles si han notado grietas, movimientos extraños, temblores, humedades... Invéntate cualquier excusa, diles que piensan hacer obras aquí al lado y que quieren asegurarse que su edificio está en las condiciones adecuadas para hacerlas, por ejemplo...

_¿Crees que lo que sea, puede estar en el edificio?

_Es una posibilidad, si vemos que no es así, nos centraremos en su casa, sus objetos personales, sus relaciones y conocidos... e iremos cerrando poco a poco el área de influencia.

Gabriel miró hacia arriba, observando el edificio.

_Será largo...

Dario le dio una palmadita en la espalda.

_¿Empiezas tú por arriba y yo por abajo?

Gabriel se encogió de hombros y ambos se dirigieron a la puerta.
Una vez dentro del edificio, cogieron el ascensor.

_Será mejor que avise a nuestra clienta que ya estamos aquí – comentó Dario pulsando el botón de la planta doceava.

Gabriel asintió con la cabeza, mirando su reflejo en el espejo del ascensor.

_Yo comenzaré los interrogatorios – comentó.

_Bien, nos encontraremos en la mitad del edificio, más o menos.

Al llegar a la planta indicada, las puertas del ascensor se abrieron y Dario se despidió de su hermano con un gesto, mientras él pulsaba el botón de la última planta, la 22.
Cuando el ascensor volvió a moverse, Gabriel apoyó su espalda en la pared y volvió a fijar su mirada en el espejo. “22 plantas con 4 vecinos cada una..., aquello iba a ser muy largo”. La luz del ascensor comenzó a parpadear.
“Vaya, parece que fallará...”, pensó Gabriel mirando hacia el techo, “mientras no sea más que el fluorescente..., no me gustaría quedarme encerrado entre dos plantas”. La luz volvió a parpadear, con intervalos más largos de oscuridad. Gabriel no se inmutó, no le asustaba quedarse a oscuras, había pasado mucho tiempo a oscuras. El siguiente apagón fue más largo si cabe. Gabriel intentó adaptar su vista a la oscuridad. Inconscientemente, dirigió su mirada al espejo.
Entonces, la luz parpadeó, mostrándole una cara espectral justo detrás de él. Fue sólo un instante, y, cuando Gabriel se giró, ya no había nada allí.
De repente, el ascensor sufrió una sacudida tan brusca que lo tiró al suelo y comenzó a caer al vacío.
Gabriel no tuvo tiempo de pensar, superada la primera impresión, comprendió que si no salía de allí inmediatamente, cuando el ascensor llegara al final, quedaría aplastado por el impacto. Intentando levantarse, llevó su mano a un pequeño auricular situado en su oreja derecha.

_¡Dario! – gritó para hacerse oír entre los crujidos de los hierros forzados en el ascensor – no es un demonio, es un espectro, ¡y está aquí conmigo!

Cuando Dario oyó aquello dejó a la clienta con la palabra en la boca en el umbral de la puerta de su casa y corrió por el pasillo llegando justo a tiempo de ver como el ascensor pasaba a una velocidad vertiginosa.

_¡Te estrellarás! – gritó fuera de sí - ¡haz algo!

Aquello, pareció devolver a la realidad a Gabriel e hincando una rodilla a tierra, sus manos se movieron casi inconscientemente, realizando dibujos invisibles en el suelo del ascensor; luego, colocando su mano concentró toda su energía sobre ellos.
El ascensor sufrió otra sacudida y, Gabriel, se vio golpeado violentamente contra las paredes para caer de nuevo al suelo perdiendo la conciencia de lo que le rodeaba. La luz, que había permanecido parpadeando todo el rato, se apagó definitivamente.