jueves, 31 de julio de 2008

Hermanos cap.15

Cap.15: Decisiones

Aún tardó tres días más el chico rubio en abrir los ojos completamente lúcido, pero, cuando lo hizo, se empeñó en levantarse, contra todos los consejos de Aurora. A trompicones, logró llegar hasta la cocina, donde se dejó caer en una silla.
Gael, lo vio entrar impasible, como si aquello, no fuera con él y, sólo cuando el chico se hubo sentado, colocó un plato enfrente suyo.

_¡Toma! Si te ves con fuerza, es mejor que comas algo. - le dijo.

El mago le miró jadeante por el esfuerzo, y, luego, observó las fresas que había colocado delante suyo. Sin mucha decisión, cogió una de ellas y la introdujo en su boca ligeramente.
La primera reacción fue de rechazo. El estómago pareció encogersele y las náuseas le impidieron dar el bocado inicial. Sin embargo, su lengua ya había tocado el fruto, así que, cuando lo extrajo de su boca con la intención de dejarlo sobre la mesa, el gusto de la fresa se extendió por toda su boca.
Aquella sensación, ligeramente ácida, provocó que su boca se inundara de saliva, reclamando más. Temeroso, dio un primer bocado, y, tras superar el rechazo inicial, sintió la necesidad de que aquel sabor le llenara. Parecía que hubieran pasado siglos desde la última vez que comió fresas...

Gael se sentó frente a él, y permaneció mirándolo en silencio, pensativo. Aquello, no pareció afectar en lo más mínimo el apetito del rubio y, sólo cuando acabó de comer, clavó sus ojos en los de Gael, desafiante. Ahora, fue Gael quien permaneció soportando su mirada.
Cuando aquella guerra de miradas comenzaba con convertirse en algo ridículo, Gael, comenzó a interrogarlo sobre los magos rojos. Ante su sorpresa, el chico respondió a sus preguntas con una calma y un temple que le hacían parecer mayor de lo que era. Gael, por su parte, grabó en su cerebro cada respuesta.
Fue entonces, cuando el chico de pelo negro entró como un vendaval en la cocina y, ante la sorpresa de ambos, se abrazó a su hermano como si su vida dependiera de ello, cayendo de rodillas ante él.
Pasado el primer momento de sorpresa, el chico de pelo rubio acarició el cabello de su hermano, consolándole entre susurros.

_Tranquilo, estoy bien. ¡En serio!

El otro chico, pareció decir algo entre sollozos que Gael no llegó a comprender.

_¿No te da vergüenza formar tanto escándalo por tan poca cosa? - le regañó bromeando.

Su mirada había cambiado completamente de cuando hablaba con Gael. Todo el orgullo y el desafío habían desaparecido.
Gael se giró, simulando hacer otra cosa. "En el fondo, aún eran unos niños...", pensó, "y tenían las emociones a flor de piel".
Al oír las palabras de su hermano, el moreno pareció reaccionar y se levantó de repente, completamente avergonzado, mirando a su alrededor. Sus ojos se posaron en Gael, el cual, de espaldas a él, le observó reflejado en la vitrina de uno de los armarios. "No sólo había vergüenza en sus ojos al perder el control, sino, también... ¿miedo?".

Finalmente, la cocina se convirtió en el lugar de reunión, con la aparición momentos más tarde de Aurora. La comida y la bebida empezaron a aparecer, propiciando un ambiente relajado en el que todos hablaron, explicaron cosas, y determinaron acciones futuras. Claro que, ahora, ya había pasado una semana de todo aquello, y, Aurora, cuando lo recordaba, no se arrepentía de sus decisiones.
Los chicos, habían permanecido en la casa, ya que no tenían dónde ir. A cambio, trabajaban para ella, ayudándola en la tienda. Y, a decir verdad, habían resultado unos valiosos ayudantes.
Gabriel, el chico de pelo negro, era un trabajador incansable, paciente y amable, que nunca parecía tener un "no" para nadie.
Su hermano, Darío, si bien poseía unos más que amplios conocimientos sobre los artículos de la tienda, se había revelado como un verdadero relaciones públicas. Tenía un carisma y una seguridad al hablar que, acompañados de una encantadora sonrisa preparada para la ocasión y una mirada ligeramente pícara, era capaz de convencer a cualquiera que entrase a la tienda, de que, lo que tenía entre sus manos, era lo más eficaz para su problema.
Y, no es que no lo fuese... Aurora, se había esforzado en la creación y autentificación de todos los materiales, pero, en manos de Darío, los clientes se marchaban más convencidos que si ella hubiese puesto su vida en juego para demostrarlo.

_¡Buenos días! - saludó mecánicamente Gabriel al oír la campanilla de la tienda.

La mujer que entró le miró de reojo y murmuró algo parecido a un saludo. Sin embargo, su mente parecía estar en otro sitio, y recorrió la tienda con la mirada, hasta posarse sobre Aurora, la cual, al darse cuenta, dejó la caja que tenía en sus manos.

_¡Buenos días! - la saludó con una sonrisa amable - ¿puedo ayudarla en algo?

Y permaneció esperando la respuesta pacientemente mientras, Gabriel, miraba la escena con curiosidad. La mujer, sin embargo, pareció querer asegurarse, por segunda vez, que la tienda estaba vacía, aparte de ellos. A decir verdad, Aurora ya hacía tiempo que la había visto merodear la tienda, como si esperase una oportunidad para poder entrar.

_No sé si me pueden ayudar - comenzó, al fin, la mujer - creo... que, alguien..., me ha embrujado... o algo así...

Aurora entrecerró sus ojos. Sin duda, su aura estaba afectada, como enferma, y la mujer parecía asustada de verdad.

_Acompañeme dentro, hablaremos más tranquilas - la invitó Aurora - . Gabriel, ¿puedes encargarte tú de la tienda un momento?

_¡Por supuesto!, asintió él, y miró a su hermano que permanecía con la vista puesta en la mujer y el ceño fruncido.

Cuando las dos mujeres se adrentaron en las entrañas de la tienda, las siguió. Aurora, le miró extrañada cuando, ya dentro de la sala de consultas, le vio aparecer por la puerta.

_Creo que puedo seros de ayuda - le susurró Darío al oído y, Aurora, tuvo que hacer un esfuerzo para recordarse que aquel chico rubio que tenía frente a ella, era un mago, con unos conocimientos mayores que los que ella jamás podría obtener. Así que, reprimió su impulso y le ofreció asiento. Él, lo rechazó con una sonrisa, y permaneció al lado de la puerta, a una distancia prudencial de ellas.

La mujer comenzó a hablar. Aurora alternaba su mirada entre los ojos de la mujer y un vaso con agua que tenía delante suyo, como si pudiese ver algo dentro de él. La voz de la mujer se iba alterando cada vez más a medida que explicaba su historia, hasta que se convirtió en un sollozo y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entonces, Aurora, apartó sus ojos definitivamente del vaso con agua y consoló a la mujer que lloraba desconsolada, cubriéndose el rostro con sus manos. La voz de Aurora cambió de tono, y se convirtió en un bálsamo para la mujer.

Darío, las observó con una media sonrisa en sus labios; videncia a través del agua, curación por medio de la voz..., no estaba mal..., parecía que, Aurora, era algo más que una simple curandera...

_Por lo que me ha contado, debería avisar a un exhorcista - sentenció Aurora.

La mujer la miró suplicante.

_¿Ustedes, no...?

Aurora negó con la cabeza.

_Me temo que no toco ese tema - se disculpó.

_Pero nosotros, ¡si! - se oyó la voz de Darío, y las dos mujeres le miraron sorprendidas.- Mi hermano, puede mirar el tema - continuó, dando un paso hacia ellas - Si lo ve viable, perfecto. Si no, no pierde nada...

_¿Gabriel? - preguntó Aurora sorprendida.

_¿Gabriel? - repitió la mujer - No será el chico que se quedó en la tienda, ¿verdad?

Darío y Aurora asintieron con la cabeza a la vez.

_Pero, si apenas es..., no quisiera ofenderos - aclaró mirando a Darío - pero, ¿no sois muy jóvenes?

Darío sonrió desplegando todo su encanto.

_No me ofende. Es cierto que somos jóvenes, pero, Aurora mismo, le podrá confirmar que, a veces, el poder es innato, y no tiene nada que ver con la edad de la persona.

_Es cierto... - asintió Aurora, y de nuevo se tuvo que recordar que no hablaba con un chico normal y corriente.

Pónganos a prueba! - le insistió Darío - Si resolvemos su problema, nos paga. Si no, ¡no!

La mujer pareció meditarlo unos instantes mientras se mordía las uñas.

_Está bien... - dijo al final, y, los ojos de Darío brillaron triunfantes - ¿Qué tengo que hacer?

_Denos su dirección, mañana mismo estaremos en su casa.

viernes, 11 de julio de 2008

Hermanos cap.14

Cap.14: Despertares

Mientras, en el cuarto de baño, Gael permaneció un instante observando su imagen en el espejo. Aún tenía la sangre de aquel hombre en su cuerpo.
Mentalmente, repasó todo lo sucedido aquella noche. ¿Había cometido algún error? No. De nuevo, la policía se encontraría sin ninguna pista, pero, ¿hasta cuando podría continuar con aquello?

Cuando era pequeño, sus capacidades deductivas y su memoria ya habían sobresalido por encima de la media. Fue entonces, cuando los cuerpos de seguridad del estado habían decidido que él era más útil para ellos que para su familia. Así que, sin pedirlo siquiera, le separaron de su familia y lo sometieron a un entrenamiento intensivo, demasiado duro incluso para un soldado de élite.
Ellos le habían convertido en lo que era. Cuando llegó la adolescencia, Gael ya había participado en más misiones que cualquier veterano, pero, no tenían la intención de dejarle marchar. Nunca lo harían, era demasiado valioso y sabía demasiado. Entonces, Gael decidió pagarles con la misma moneda; y creó a Morfeo, un asesino a sueldo que actuaba como una sombra y que desbarataba la gran mayoría de sus planes.
Sin embargo, comenzó a padecer su fobia. Los actos de Morfeo se redujeron y la organización que le controlaba lo aisló completamente del mundo. Encerrado en una instalación secreta, se vio drogado de todas las formas posibles para intentar controlar sus ataques mientras, por otro lado, era obligado a continuar resolviendo misiones a distancia.
Entonces, sólo unos pocos privilegiados sabían cómo ponerse en contacto con él. Tenía una persona de confianza que actuaba como contacto, ya que, el resto parecía haber olvidado su existencia con el tiempo.
Un día, aquel hombre de confianza no apareció a la hora determinada.
Desde su aislamiento, Gael investigó lo sucedido. ¡Un estúpido y simple accidente de tráfico había acabado con la vida de la única persona que conocía su rostro de adulto!.
Y entonces vio una luz. Desde su ordenador, borró todos los datos reales, cogió su ordenador portátil y se fue del edificio sin dejar rastro. Ahora, se había convertido en una sombra a la que nadie podía poner cara ni nombre, pero aún seguía con su otra personalidad.

Al principio, Morfeo había sido creado como venganza, ahora, lo mantenía para poder desarrollar sus capacidades a otro nivel.
No podía negar que le producía un placer extraño servirse de él, pero, ¿cuánto tiempo podría seguir con aquello? Y, aunque su voz era modificada, ¿podría algún día alguien encontrar una pauta que llegase a relacionarlo?


Aurora ya estaba preparada para salir cuando se topó casi de narices con Gael que salía del cuarto de baño. Estaba cubierto sólo con una toalla en su parte inferior y secaba su pelo con otra toalla.

_¿Te vas? - preguntó dejando la toalla sobre sus hombros.

Aurora le miró, estaba en forma, sin duda, y el pelo rubio claro enmarañado, húmedo y aquellos ojos grises la hicieron sentirse ligeramente incómoda.

_Sí, la gente dejará de venir si abro la tienda sólo cuando me da la gana. Debo seguir más los horarios.

_¿Hay algo para desayunar?

¿Sólo le interesaba la comida, o qué?; se preguntó Aurora.

_Y a mí qué me explicas... - replicó intentando mostrarse ofendida - de todas formas, según tú, yo sólo sé envenenar a la gente... Harías bien en no comer nada de lo que yo preparo.

Gael sonrió irónicamente. Aquello sulfuró aún más a Aurora.

_Y, antes de que lo digas- continuó - ¡No me pasé con la dosis que le dí a aquel chico! ¡No lo dejé en coma! ¡Sólo duerme!

_Estoy completamente seguro de ello - contestó él con toda la calma del mundo.

Aurora se quedó con la boca abierta, a punto de decir algo más y le miró sorprendida. ¿Le daba la razón? ¿A qué venía aquello ahora? Gael señaló detrás de ella.
Aurora gritó sobresaltada al girarse y dio un paso atrás golpeando a Gael que la sujetó por los brazos.
Delante suyo, el chico de pelo negro la miraba con los ojos entrecerrados, aún sumergidos en el mundo de los sueños. De hecho, parecía más dormido que despierto.

_¿Podría hacerme otro café? Creo que me he quedado dormido un par de horas...

_Para ser exactos - le corrigió Gael - has dormido un día entero y dos horas y media.

_¡¡¿Qué?!! - replicó el chico abriendo sus ojos como platos.

En aquel momento, Aurora quiso que se la tragase la tierra.

sábado, 5 de julio de 2008

Hermanos cap.13

Cap.13: Morfeo

Aurora permanecía en la cocina mirando el vaso de leche que se había propuesto tomar antes de irse a dormir y que, ahora, no le apetecía. Desde que había colocado los amuletos, se sentía más tranquila y aquel chico que antes la aterrorizaba, le parecía de lo más inofensivo.
Eso, la hacía sentir culpable. ¿Cómo podía haberse dejado llevar por el pánico de aquella forma? Tendría que sentir vergüenza de pensar mal de aquel pobre chico, con aquella cara tan dulce, tan educado y amable...
Al ver aparecer a Gael por la puerta, apartó aquellos pensamientos.

_Tengo que salir - dijo él al ver su sorpresa - ¿Tienes alguna pastilla?

Aurora se levantó mecánicamente. ¿A dónde iría a aquellas horas?

_¿Estarás fuera mucho tiempo?- le preguntó mientras le alargaba un bote sin etiqueta. En su interior, había varias cápsulas de hierbas. Él, las cogió y las guardó en su bolsillo.

_No lo sé - contestó.

_No tomes demasiadas, ¿vale?

Gael se giró y la miró.

_Tendré cuidado, no te preocupes.

Y se dispuso a salir cuando oyó que ella le preguntaba casi en un susurro.

_En cuanto a los hermanos..., si se despiertan antes de que vuelvas, ¿qué debo hacer con ellos?

Gael se encogió de hombros.

_Es tu casa - le contestó- ¡tú decides! De todas formas, no creo que se despierten antes de mi vuelta, los has dejado en coma...

Y a Aurora volvió a arderle la sangre de tal forma que casi pudo notar el calor que desprendía.

_¡Que no me he pasado con la dosis!- replicó mientras Gael abandonaba la casa con una ligera sonrisa en sus labios.


La calle, estaba abarrotada de gente, a pesar de ser más de las 3 de la madrugada. La fiesta, estaba sin duda en pleno apogeo y, en medio de todo el bullicio, Gael se abrió paso hasta cerca de un edificio, donde se apoyó contra la pared, respirando pesadamente mientras algunas gotas de sudor recorrían su rostro. Sólo un poco más, pensó.
Su objetivo, había entrado en el club y, si la gente que le rodeaba en aquel instante ya le hacía sentir aquella angustia, cuando entrara, la sensación se volvería insoportable.
Inconscientemente, llevó la mano al bolsillo y sacó las píldoras que momentos antes le diera Aurora. ¿Cuántas llevaba ya?, pensó. No, aún podía tomar unas cuantas más
Con mano temblorosa, tomó dos de ellas y las dejó deshacer en su boca. Casi al instante, notó como su pánico a la gente y a las multitudes desaparecía.¡Maldita fobia!
Tenía que aprovechar muy bien el tiempo que le quedaba antes de que volviera a aparecer. Inmediatamente, su cerebro volvió a pensar con frialdad.
Decidido, entró en el club. Aquella noche, su objetivo ya no saldría de allí con vida.


Aurora, durmió aquella noche poco y mal, inquieta, no podía apartar su pensamiento de aquellos chicos. ¿Y si Gael tenía razón y se había pasado con la dosis?
¡No!¡Imposible! ¡Maldito seas!, pensó, ¿será posible que ese sádico hijo de... me haga dudar de esta forma?. Claro que, quizás fuese el hecho de haber cambiado el día anterior el horario de sueño lo que le impedía dormir. De todas formas, aquello no resolvía sus dudas ¿Qué haría con los chicos cuando despertasen?

Finalmente, se levantó, y poniendo una bata sobre sus hombros, salió de la habitación para ir a la que se encontraba justo al lado. Allí, comenzó a colocar varias cosas sobre una mesita pequeña que presidía la habitación. Un vaso de agua, un poco de tierra en un plato, una vela y una barra de incienso; los cuatro elementos, agua, tierra, fuego y aire.
Mientras encendía la vela y el incienso, recitó un conjuro.

_Agua, tierra, fuego y aire. Que los cuatro elementos me ayuden y me den fuerza. Que la diosa me acompañe en mi camino y me ampare. Convoco la fuerza de la luna y del sol en esta hora para poder ver más allá del tiempo. Dame la sabiduría necesaria, mi diosa, para solucionar mis dudas. Protege mi alma y are mis sentidos a lo invisible.

Con un respeto casi sagrado, cogió una cajita de madera bellamente labrada que se encontraba en el centro de la mesa y la abrió.
Envueltas en una tela de color blanco, sacó unas cartas de tarot y, después de permanecer unos instantes con ellas en sus manos, se sentó dispuesta a realizar una tirada. Poco a poco, sacó cada carta y las miró antes de colocarlas sobre la mesa. De vez en cuando, volvía a recogerlas, las barajaba de nuevo y volvía a tenerlas entre sus manos antes de sacarlas poco a poco.
Al final, la mesa quedó cubierta de cartas y Aurora las miró con el ceño fruncido, como si buscara algo entre ellas. Así que era así... Suspirando, miró el reloj que había más allá de la mesa, en un armario de la pared de su derecha. ¿Tanto tiempo había pasado? De todas formas, ya lo dicho, dicho estaba, hoy no averiguaría nada más, así que, dio las gracias por la ayuda recibida y comenzó a recoger ritualmente todos los elementos colocados.
Tenía que pensar, las respuestas no habían sido muy claras y, Aurora, sólo había podido deducir algo, que estaba predestinada a seguir su camino con aquellos chicos de momento, y que había algo... oscuro, indefinido, que aguardaba su momento, pero, ¿qué?.

En aquel momento, Gael pasó como una exhalación por delante de su puerta. Aurora, más que verlo, lo intuyó.

_¿Aún duermen los chicos? - oyó que preguntaba, y ella asomó su cabeza al pasillo para ver su figura alejarse.

_¡Aún!

_Te has pasado con la dosis... - canturreó él antes de entrar en el cuarto de baño.

_¡Que no...!

Y, en aquel momento, oyó como se cerraba la puerta, dejándola a media frase.
Aurora, sintió ganas de golpear algo, pero se limitó a volver a su habitación. Ya no merecía la pena volver a dormir, así que sería mejor abrir la tienda un poco antes de hora. Podía aprovechar para hacer inventario y colocar los nuevos pedidos, llevaban demasiado tiempo en la trastienda...

Hermanos cap.12

Cap.12: Belladona, Beleño y Mandrágora

Horas más tarde, Aurora ya había colocado los objetos ritualizados por toda la casa y, esta, se había impregnado de un olor peculiar que obligó a Gael a retirarse de nuevo a su habitación.
"Paciencia", le había recriminado ella, "ya sé que el olor es un poco fuerte ahora, pero no te matará".
Era fácil decirlo, pero las tentaciones de abrir todas las ventanas eran demasiado grandes.
"Sólo un poco más, déjalo que actúe un poco más, luego, airearemos toda la casa".

Mientras, los dos hermanos seguían durmiendo.
"No lleva muchas horas durmiendo el chico de pelo negro", le había preguntado Gael.

_¡Oh! - contestó ella de la forma más inocente del mundo - Es que no quería dormir, así que le ayudé a que lo hiciera. Supongo que es normal.

Gael la miró con suspicacia.

_¿Qué le has dado? - preguntó.

_Nada de importancia, una mezcla de creación propia con un poco de Belladona, Beleño y Mandrágora..., ya sabes...

_¡¿Qué?!- casi gritó él.

_¡Por supuesto!- replicó ella - Estaba completamente reacio a dormirse, necesitaba un relajante fuerte, ¿no querrías que le diera valeriana?

Gael se frotó los ojos intentando calmarse

_¿Quieres decir que no se te ha ido la mano y lo has dejado en coma?

La mirada de Aurora fue asesina. Sin mediar palabra, se giró y salió de la habitación.
Ya está, pensó Gael, ya se había ofendido... Fue entonces, cuando, al respirar hondo notó de nuevo aquella amalgama de olores extraños que le obligó a volver a su habitación casi mareado por las náuseas.

Ahora, ya era de noche, y la casa estaba en completo silencio. Gael había apagado la luz, de forma que su habitación estaba completamente a oscuras, exceptuando la luz que entraba por la ventana de su cuarto. La oscuridad le ayudaba a pensar y, él, permanecía sentado en su silla, con la vista fijada en algún punto de la parte inferior de la habitación, pensativo.
Tenía el brazo apoyado en un escritorio lleno de papeles situado a su izquierda y parecía mirar la ventana que había frente a él, pero no era así.
En aquel momento, el portátil que había abierto debajo de la ventana comenzó a iluminarse con una luz blanca intermitente. Gael se acercó a él con pesadez.
Observó el mensaje recibido del foro al que estaba conectado. Alguien hablaba de la noticia de un asesinato producido hacía pocos días. El asesino, conocido con el sobrenombre de "Morfeo" provocó una serie de mensajes de comentarios en el foro, desde los apasionados a los reacios a aquellas acciones. Pero todos coincidían en algo, de nuevo, no se había podido encontrar ninguna pista en la escena del crimen.
Gael cerró el foro y miró a través de la ventana, intentando acostumbrarse de nuevo a la oscuridad. No habían pasado más de un par de minutos cuando, el ordenador volvió a parpadear, esta vez con una luz azul.
Gael conectó los auriculares con micrófono que había a su lado y se los colocó.

_¡Aquí Morfeo! - dijo simplemente.