sábado, 5 de julio de 2008

Hermanos cap.13

Cap.13: Morfeo

Aurora permanecía en la cocina mirando el vaso de leche que se había propuesto tomar antes de irse a dormir y que, ahora, no le apetecía. Desde que había colocado los amuletos, se sentía más tranquila y aquel chico que antes la aterrorizaba, le parecía de lo más inofensivo.
Eso, la hacía sentir culpable. ¿Cómo podía haberse dejado llevar por el pánico de aquella forma? Tendría que sentir vergüenza de pensar mal de aquel pobre chico, con aquella cara tan dulce, tan educado y amable...
Al ver aparecer a Gael por la puerta, apartó aquellos pensamientos.

_Tengo que salir - dijo él al ver su sorpresa - ¿Tienes alguna pastilla?

Aurora se levantó mecánicamente. ¿A dónde iría a aquellas horas?

_¿Estarás fuera mucho tiempo?- le preguntó mientras le alargaba un bote sin etiqueta. En su interior, había varias cápsulas de hierbas. Él, las cogió y las guardó en su bolsillo.

_No lo sé - contestó.

_No tomes demasiadas, ¿vale?

Gael se giró y la miró.

_Tendré cuidado, no te preocupes.

Y se dispuso a salir cuando oyó que ella le preguntaba casi en un susurro.

_En cuanto a los hermanos..., si se despiertan antes de que vuelvas, ¿qué debo hacer con ellos?

Gael se encogió de hombros.

_Es tu casa - le contestó- ¡tú decides! De todas formas, no creo que se despierten antes de mi vuelta, los has dejado en coma...

Y a Aurora volvió a arderle la sangre de tal forma que casi pudo notar el calor que desprendía.

_¡Que no me he pasado con la dosis!- replicó mientras Gael abandonaba la casa con una ligera sonrisa en sus labios.


La calle, estaba abarrotada de gente, a pesar de ser más de las 3 de la madrugada. La fiesta, estaba sin duda en pleno apogeo y, en medio de todo el bullicio, Gael se abrió paso hasta cerca de un edificio, donde se apoyó contra la pared, respirando pesadamente mientras algunas gotas de sudor recorrían su rostro. Sólo un poco más, pensó.
Su objetivo, había entrado en el club y, si la gente que le rodeaba en aquel instante ya le hacía sentir aquella angustia, cuando entrara, la sensación se volvería insoportable.
Inconscientemente, llevó la mano al bolsillo y sacó las píldoras que momentos antes le diera Aurora. ¿Cuántas llevaba ya?, pensó. No, aún podía tomar unas cuantas más
Con mano temblorosa, tomó dos de ellas y las dejó deshacer en su boca. Casi al instante, notó como su pánico a la gente y a las multitudes desaparecía.¡Maldita fobia!
Tenía que aprovechar muy bien el tiempo que le quedaba antes de que volviera a aparecer. Inmediatamente, su cerebro volvió a pensar con frialdad.
Decidido, entró en el club. Aquella noche, su objetivo ya no saldría de allí con vida.


Aurora, durmió aquella noche poco y mal, inquieta, no podía apartar su pensamiento de aquellos chicos. ¿Y si Gael tenía razón y se había pasado con la dosis?
¡No!¡Imposible! ¡Maldito seas!, pensó, ¿será posible que ese sádico hijo de... me haga dudar de esta forma?. Claro que, quizás fuese el hecho de haber cambiado el día anterior el horario de sueño lo que le impedía dormir. De todas formas, aquello no resolvía sus dudas ¿Qué haría con los chicos cuando despertasen?

Finalmente, se levantó, y poniendo una bata sobre sus hombros, salió de la habitación para ir a la que se encontraba justo al lado. Allí, comenzó a colocar varias cosas sobre una mesita pequeña que presidía la habitación. Un vaso de agua, un poco de tierra en un plato, una vela y una barra de incienso; los cuatro elementos, agua, tierra, fuego y aire.
Mientras encendía la vela y el incienso, recitó un conjuro.

_Agua, tierra, fuego y aire. Que los cuatro elementos me ayuden y me den fuerza. Que la diosa me acompañe en mi camino y me ampare. Convoco la fuerza de la luna y del sol en esta hora para poder ver más allá del tiempo. Dame la sabiduría necesaria, mi diosa, para solucionar mis dudas. Protege mi alma y are mis sentidos a lo invisible.

Con un respeto casi sagrado, cogió una cajita de madera bellamente labrada que se encontraba en el centro de la mesa y la abrió.
Envueltas en una tela de color blanco, sacó unas cartas de tarot y, después de permanecer unos instantes con ellas en sus manos, se sentó dispuesta a realizar una tirada. Poco a poco, sacó cada carta y las miró antes de colocarlas sobre la mesa. De vez en cuando, volvía a recogerlas, las barajaba de nuevo y volvía a tenerlas entre sus manos antes de sacarlas poco a poco.
Al final, la mesa quedó cubierta de cartas y Aurora las miró con el ceño fruncido, como si buscara algo entre ellas. Así que era así... Suspirando, miró el reloj que había más allá de la mesa, en un armario de la pared de su derecha. ¿Tanto tiempo había pasado? De todas formas, ya lo dicho, dicho estaba, hoy no averiguaría nada más, así que, dio las gracias por la ayuda recibida y comenzó a recoger ritualmente todos los elementos colocados.
Tenía que pensar, las respuestas no habían sido muy claras y, Aurora, sólo había podido deducir algo, que estaba predestinada a seguir su camino con aquellos chicos de momento, y que había algo... oscuro, indefinido, que aguardaba su momento, pero, ¿qué?.

En aquel momento, Gael pasó como una exhalación por delante de su puerta. Aurora, más que verlo, lo intuyó.

_¿Aún duermen los chicos? - oyó que preguntaba, y ella asomó su cabeza al pasillo para ver su figura alejarse.

_¡Aún!

_Te has pasado con la dosis... - canturreó él antes de entrar en el cuarto de baño.

_¡Que no...!

Y, en aquel momento, oyó como se cerraba la puerta, dejándola a media frase.
Aurora, sintió ganas de golpear algo, pero se limitó a volver a su habitación. Ya no merecía la pena volver a dormir, así que sería mejor abrir la tienda un poco antes de hora. Podía aprovechar para hacer inventario y colocar los nuevos pedidos, llevaban demasiado tiempo en la trastienda...

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