miércoles, 25 de junio de 2008

Hermanos cap.10

Cap.10: Encuentros

Cuando, finalmente, Gael llegó a la casa, subió a una de las habitaciones del piso de arriba y dejó allí al chico sobre la cama. Lo que sobraban en aquella casa eran habitaciones. Justo detrás suyo, apareció Aurora seguida por aquel otro chico.

_Encárgate tú de él - le pidió Gael - Si su amigo ha sido capaz de seguirnos durante todo el camino es que no está tan mal como aparenta.

Ella le miró mientras asentía con la cabeza.
Quien no parecía tenerlas todas consigo era Gael, había caminado durante todo el viaje de regreso a buen paso, pero ahora, su cara estaba completamente pálida y su respiración se aceleraba por momentos. Sin embargo, hacía esfuerzos titánicos por no demostrarlo.
Con decisión, Gael se fue a una de las habitaciones contiguas y, al cabo de poco rato, apareció con ropa limpia.

_¡Toma! - le dijo al chico mientras colocaba la ropa sobre la otra cama que había en la habitación- Te sentirás mejor si te duchas y te cambias de ropa. Y no te preocupes por tu amigo, no puede estar en mejores manos.

_No es mi amigo - respondió de repente el muchacho - Es mi hermano.

Gael les miró a ambos durante un instante.

_Pues no os parecéis en nada - sentenció - Ahora, si me disculpáis...

Y sin decir nada más, se dirigió con una cierta celeridad a una de las habitaciones situadas al final del pasillo. Al entrar en ella, cerró con fuerza la puerta tras de sí. En la oscuridad, permaneció durante algún tiempo apoyado contra la puerta mientras intentaba calmar su agitada respiración y su corazón comenzaba a latir con normalidad.
Volvía a pasarle. Cuando creía que ya lo tenía superado....
Lentamente, se encaminó al escritorio y se dejó caer con desgana en una silla, con la mirada fija en los papeles que lo cubrían. "El libro", pensó, "ahora debo centrarme en él..."

En la otra habitación, Gabriel observaba a la chica que se inclinaba sobre su hermano y empezó a sentirse inútil. Aquel hombre había dicho que ella le ayudaría, pero, ¿podría?. "Él", también parecía confiar en ella, no en vano, le había indicado el camino hacia esa casa y, aunque uno nunca podía fiarse de las intenciones de un demonio, "Él", jamás le había fallado, no después de que le poseyera, ni después de pagar el precio por su ayuda.
El recuerdo de su encuentro, le hizo sentir un escalofrío por su espalda y, fue en aquel instante, cuando tomó de nuevo conciencia de que aún iba cubierto de sangre. Quizás no fuese tan mala idea aquel baño que le habían propuesto...
En silencio, abandonó la habitación con la ropa limpia que le habían dado, en busca del baño. En aquella casa tan grande, ¿cuánto podría tardar en encontrarlo?

Cuando Aurora acabó, se levantó satisfecha. Había costado, pero había hecho todo lo que había podido. Ahora, lo único que le hacía falta a ese chico, era descansar. El tiempo, era el mejor aliado a la hora de curar heridas.

_¿Cómo se encuentra? - oyó que preguntaba una voz a su espalda.

Aurora se giró y observó al chico que estaba detrás suyo. Después de la ducha y de ponerse ropa limpia, tenía mejor aspecto, al menos exteriormente, porque parecía a punto de caer al suelo de un momento a otro.

_Se pondrá bien, necesita descansar - dijo intentando animarle - ¿Cuanto hace que no duermes?

El chico pareció ponerse nervioso y comenzó a negar con la cabeza apartando la vista de ella.

_No quiero dormir, no lo necesito. Pero si pudiera tomar algo de café...., si no es mucha molestia...

_Por supuesto que no es molestia, ahora mismo te preparo un poco - respondió ella.

_Muchas gracias - contestó él con una ligera sonrisa, algo triste al parecer de ella.

Y Aurora bajó a la cocina. "¿Que no necesitaba dormir? ¡Ja! ¿Y, qué más?". Era evidente que aquel chico estaba tan agotado que a duras penas podía mantenerse en pie. Pero, parecía tener pánico a dormirse.
Con decisión, comenzó a hacer café, descafeinado, por supuesto, y ya de paso, añadió algunas gotas de elixires florares para ayudar a conciliar el sueño y a calmar los terrores nocturnos. ¡Ya veríamos si dormía o no! El médico en aquella casa era ella y, ¡siempre hay que hacer caso del médico!
Cuando lo tuvo preparado, subió de nuevo a la habitación. Allí, encontró al chico sentado en la cama que había situada enfrente de la que se hallaba ocupada por su hermano. La verdad, es que no se parecían, pero, sin embargo, parecían estar fuertemente conectados entre ellos.
Al verla entrar, el chico agradeció el café con una sonrisa y, Aurora, observó sorprendida cómo primero bebía el café sin azúcar para luego introducirla sola en su boca sin quitar su mirada de la cama de enfrente. Ella, se retiró discretamente.

Suspirando, se dirigió a la habitación del fondo del pasillo y llamó antes de entrar. Gael, parecía ensimismado en sus papeles.

_¿Cómo te encuentras? - preguntó ella.

Él, levantó la vista y la miró con aquellos ojos grises, fríos como el hielo.

_Bien, sólo me puse un poco nervioso.

_Parecías a punto de tener una crisis - replicó ella.

_No, sólo necesito estar un poco a solas, nada más.

_Entonces te dejo - le indicó mientras salía de la habitación sin decir nada más. No insistiría sobre el tema.

Al volver sobre sus pasos, vio como, dentro de la habitación, el chico se había quedado ya profundamente dormido.
Sonriendo para sus adentros, entró y le colocó una manta encima, cubriéndole con ella. Quizás aquella fuera una buena ocasión para que ella también descansara algo, pensó cuando salió de nuevo al pasillo.

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