sábado, 21 de junio de 2008

Hermanos cap.9

Cap.9: Aurora

Aquella mañana, a Gael le costó levantarse más de lo habitual. Había estado hasta tarde enfrascado en el libro en el que ahora trabajaba y apenas había dormido lo suficiente antes de que el despertador lo incordiase de aquella forma tan insistente.
Aún medio dormido, buscó a oscuras al causante de tan molesto ruido, tirando, según le pareció, varios objetos en el intento. Cuando por fin lo palpó, tuvo tentaciones de lanzarlo contra alguna pared, pero se limitó a apagarlo.
Al volver a hacerse el silencio, el sueño quiso volver a acogerlo en sus brazos; el silencio tranquilizador, el calor de las sábanas, la pesadez que sentía en todos sus músculos.... Pero, ¡no!. Por mucho que le costase, no renunciaría a su paseo matutino, quería sentir el frío de la mañana en su cara.
Luchando contra su propio cuerpo, consiguió ponerse en pie y encender la luz. En aquel mundo entre sueños, Gael maldijo su propia testarudez a la hora de dejar su trabajo por la noche y se dirigió a la ducha, esperando que el agua le ayudara a despejarse.

En la cocina, Aurora daba otro bocado a una tostada mientras miraba el reloj de pared. Gael debía estar a punto de levantarse, pensó. Ella, también estaba despierta, pero, a diferencia de él, aquello era debido a que aún no se había acostado, y lo peor de todo es que no tenía sueño.
Pensativa, apartó un poco la cortina de la ventana y miró al exterior; aún era de noche. Quién sabe..., quizás aprovechara la ocasión y acompañara a Gael en su paseo matinal para recoger algunas plantas en su momento idóneo, cuando los rayos del sol ya las habían tocado, pero aún no les había despojado del rocío de la mañana.

_¡Buenos días! - oyó que saludaba Gael.

_Buenas noch..., ¡días!

Él la miró de reojo al oírla decir aquello, mientras echaba una taza de café.

_Así que hoy aún no te has dormido, ¿no? - le dijo - ¿Piensas abrir la tienda?

Aurora volvió a mirar por la ventana.

_No lo sé, pensaba ir a recolectar.

_¿Al bosque?

_Sí, o puede que no tan lejos.

_Yo salgo ahora - dijo él bebiendo un sorbo de café.

_¡Te acompaño! - sentenció ella, y dejó un último bocado de la tostada que Gael aprovechó mientras ella cogía un chal que colocó sobre sus hombros.

Gael la miró. Aurora y él se conocían desde hacía ya varios años, cuando él llegó al pueblo buscando alguna casa tranquila en los alrededores en la que poder refugiarse para escribir.
Aurora tenía una tienda de artículos esotéricos, pero su gran afición eran las plantas medicinales. Así que, cuando él había bajado del autobús, pálido como un muerto, ella le había ofrecido un sobrecito con una infusión.
Gael no creía mucho en su eficacia, por lo que cuando, instantes más tarde, había pedido en un bar que se lo preparasen, se sorprendió de que funcionase tan eficazmente. Intrigado, buscó un lugar donde poder comprar más, pero aquellos sobrecitos parecían hechos artesanalmente.
Pasó una semana antes de que él pasase por casualidad delante de su tienda y, entonces, notó como si algo le atrajese a su interior. "¿Buscas habitación?", le había dicho ella mientras empaquetaba más de aquellas maravillosas infusiones. "Bueno....", le comentó mirando al techo como si de la lámpara estuviese colgando algo, "la verdad es que yo tengo una casa bastante grande en las afueras, una herencia que no me gustaría perder. Pero la tienda no es que aporte demasiado dinero, así que había pensado poner una habitación en alquiler".
Después, le miró con los ojos entrecerrados. "Tú tienes un buen aura", le había comentado como si tal cosa, "un poco especial, pero fuerte. Me gustan las auras intensas".
Pensándolo ahora, la verdad es que se habían conocido de una forma un tanto ridícula...

Casi sin mediar palabra, ambos salieron al exterior y siguieron el camino que llevaba al bosque. El frío de la mañana los envolvía a ambos de una forma agradable para Gael, aunque puede que no tanto para ella, que se movía inquieta como si quisiera impedir que el calor huyera de su cuerpo.
De vez en cuando, Aurora se alejaba un poco más para observar las plantas que crecían a ambos lados del camino. Aquello, hacía que la caminata de Gael fuese más lenta de lo habitual, pero él, lejos de quejarse, se limitó a suspirar resignado. Hasta cierto punto, agradecía que ella le acompañase, le mantenía agradablemente entretenido.
Al ir a acercándose al lago, la niebla ya cubría casi todo y Gael dudó si continuar o volver. Aurora, sin embargo, se encaminó decidida a la orilla, en busca, sin duda, de alguna nueva hierba de las que crecían en los márgenes. Allí, se quedó paralizada.

_¡Santa Diosa! - oyó que murmuraba.

Gael se acercó intrigado. Un poco más lejos de donde ellos se encontraban, había dos cuerpos tendidos en el suelo.

_¿Pero qué...? - comenzó a decir mientras se acercaba a ellos, seguido por Aurora.

Cuando llegaron a su lado, uno de ellos, que permanecía acurrucado junto al otro, levantó pesadamente la cabeza. Parecía querer decir algo, pero su voz era tan débil que ninguno de ellos le oyó.
Era joven, "demasiado joven aún...", pensó Aurora mientras le observaba. Vestía de negro y tenía su piel pálida y su cabello cubiertos de sangre seca. Sin pensarlo más, corrió a ayudarle.
Gael, se inclinó sobre el otro chico. Inconsciente, no reaccionó cuando él le echó un vistazo en busca de heridas. Bastó sólo una mirada para darse cuenta de la situación en la que se encontraba. Cogiéndolo en brazos con el mayor cuidado de que fue capaz, miró a los ojos del otro chico.

_¿Puedes caminar? - le preguntó sin más.

El chico, afirmó con la cabeza. Pero cuando intentó levantarse, las fuerzas le fallaron cayendo de nuevo al suelo. Aurora, intentó ayudarle, pero él la rechazó amablemente con un intento de sonrisa. Ella, le miró sorprendida mientras él intentaba coordinar sus vacilantes pasos para alcanzar a Gael.

_¿Qué os ha pasado? - preguntó Aurora.

Antes de que el chico pudiese contestar, Gael replicó:

_Ya habrá tiempo para eso, ahora no es el momento.

Y continuó caminando de vuelta a la casa.

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