miércoles, 18 de junio de 2008

Hermanos cap.5

Cap.5: Preparativos

Después de unas semanas, los magos del circulo interno estaban visiblemente alterados y las sospechas comenzaron a recaer sobre varios de ellos. Darío, se preguntaba en secreto cuánto tardarían en sospechar de él. De momento, parecía que el hecho de que se suponía que él era el único que no sabía nada del asunto, evitaba las sospechas. ¿Cómo iba a querer apoderarse del recipiente para sus propios fines si no sabía que existía? Además, él siempre había usado y aún usaba su propio recipiente. Y era imposible que hubiese sabido que aquel recipiente perdido era una persona, y que era su propio hermano.
Sin duda, podían haber interrogado a los demonios más poderosos para averiguar qué había pasado, pero, de hecho, la escasez de recipientes verdaderamente resistentes, impedía los conjuros más complicados.
De todas formas, Darío se había encargado bien de no dejar ningún rastro que pudiese ser detectado por algún demonio, y en cuanto al único que sabía que había sido él, bueno..., se cuidaría mucho de no comentar nada. A pesar de ello, Darío había preparado una última carta que jugar si convenía.
Cuando abrió la puerta de su cuarto, no vio en un primer momento a su hermano.

_¡Bienvenido! - oyó que le recibía su voz y, sobresaltado, miró detrás suyo, justo donde la puerta se había cerrado.

_¡Hola! - le respondió menos formalmente - ¿todo bien?

Él afirmó con la cabeza mientras se acercaba a su lado.

_¿Lo has traído? - preguntó con una cierta ansiedad reflejada en su voz y en sus manos.

_Claro - contestó mientras sacaba de los bolsillos de su abrigo un pequeño trozo de pastel envuelto en papel de plata.

Su hermano lo cogió con avidez y lo devoró casi literalmente mientras se sentaba con las piernas cruzadas sobre la cama, degustando cada bocado como si fuese el último en mucho tiempo.

_Podrías haberlo dejado para después de cenar - replicó Darío sentándose en una silla.

Su hermano le miró con cara de culpabilidad y, apartando su mirada de la suya, negó con la cabeza.
Darío suspiró. En aquellas semanas, su invitado había aprendido muchas cosas. Ahora, era una persona tranquila, quizás un poco reservada y de modales impecables. Pero, todo aquello cambiaba radicalmente ante la visión de algo dulce.
Aquella necesidad insaciable de azúcar, hacía que se olvidase por unos instantes del mundo que le rodeaba. Darío, le miró unos segundos, antes de comenzar a servir la cena que momentos antes había preparado.
Sí, su hermano parecía a ojos de cualquiera una persona normal. Pero, en la soledad de la noche, Darío había podido comprobar que sus terrores más internos aún le acompañaban; cuando, creyéndose no observado, se acurrucaba en la cama y, con la mirada perdida y movimientos repetitivos, mecánicos, parecía recitar algo para sus adentros, quizás para calmarse. También, cuando se desvestía, podían observarse aún las terribles cicatrices que poblaban todo su cuerpo.

_¿Tienes todo preparado? - preguntó cuando hubieron acabado de cenar.

_Sí, aunque no es que tenga mucho que preparar...

_Entonces, después de cenar nos iremos - le explicó Darío - . No es conveniente quedarnos por aquí más tiempo.

Su hermano, le miró a los ojos.

_¿No se extrañarán de que te marches justo ahora?

Darío comenzó a recoger los platos y observó el de su hermano, casi intacto. Comía tan poco...

_Puede... - contestó apartando sus otros pensamientos de la cabeza - Aunque, creo que el tiempo pasado desde tu desaparición servirá para desvincular ambos hechos, uno del otro. Pero, si permanecemos aquí mucho más..., no sé cuanto tiempo más podré seguir ocultando tu presencia, cada vez resulta más difícil.

Darío sirvió un poco de café, aquella noche sería larga y les haría falta. Su hermano, se perdió en sus pensamientos. Realmente, permanecer allí oculto era cada vez más peligroso, pero irse podía implicar que las dudas se volviesen ahora sobre Darío. Y si le pasaba algo por su culpa...
"Gabriel...., Gabriel...., ¡Gabriel!", oyó que le llamaban. Aún no se acostumbraba a su nombre y tardó un poco en darse cuenta de que era él.

_¿Sí? - respondió saliendo de su ensoñación.

_¡El café!

Gabriel observó el líquido negro servido ante él con dos terrones de azúcar a su lado y enseguida su vista se fué a los terrones. "¡Sólo dos....!", pensó, "si hubiesen sido más, hubiera podido echarlos al café, pero así...". Sentía la necesidad de notar en su boca aquel gusto intenso del azúcar. Pero, el café también le gustaba..., le ayudaba a mantenerse alerta y, hoy, más que nunca lo necesitaba.
Decidido, cogió la taza de café y lo bebió, sin echarle azúcar, ante la mirada extrañada de su hermano. Cuando hubo acabado, tomó uno de los terrones y lo metió en su boca, dejando que se deshiciera mientras el gusto del azúcar se expandía por toda su boca.

3 comentarios:

Rosazul dijo...

Hola ^^ Soy la user de Adriane y no pude resistirme el pasar a leer tu historia. Y tal como pensé, si posteas fantástico escribes mejor!!!

Te felicito, la historia es muy interesante, mi única queja es que los capítulos son muy cortos

QUIERO MAS!!!!

Espero que pronto actualices porque me pica la curiosidad

Besos

Azul

Anónimo dijo...

Jajajjajaja que ocurrencia con lo del café y el azúcar xDDD

sIGUE ESCRIBIENDO NENA!! ME ENCANTA ·3· [Bezo]

Mara dijo...

Gracias, lindas.^^

La verdad es que no son realmente capitulos, son demasiado cortos para ser capítulos.
La razón de que sean tan cortos es primero para que a la gente no se le haga pesado leerlos y, segundo y más importante, porque me canso muy pronto de escribir al ordenador y voy bastante lenta XP.
No os preocupeis que hay muchos, muchos más... La historia apenas acaba de comenzar..., espero que os guste....XD

Gracias de nuevo y besos. Os quiero.