domingo, 15 de junio de 2008

Hermanos cap.2

Cap.2: Hallazgo

El mago, meditó largamente su situación durante toda la noche y el día siguiente. Cuando volvió a esconderse el sol, buscó a su hermano.
Usó todos sus conocimientos para indagar en las sombras del tiempo y el espacio sin que nadie lo notara y, cuando ya empezaba a creer que se había dejado engañar como un novato, le vio.

En la dimensión más recóndita, en una tierra entre limbos, donde todo es oscuridad, frío y soledad. Allí, encogido y con la mirada perdida como un loco, un joven arañaba con las manos desnudas un suelo que no podía ver, en un acto reflejo destinado, quizás, a calmar sus terrores internos.
El mago, le observó atónito entre las sombras. Era de su misma edad, pero no se parecían. Tenía el cabello negro como la oscuridad que le rodeaba y la piel blanca como la luna. El mago, sin embargo, notó como si se mirase en un espejo de feria, era como si se viese a sí mismo en otro cuerpo.
No había duda, ambos compartían algo más profundo que la sangre.

Impulsivamente, el mago penetró en su territorio.
El joven de cabellos negros se giró, aún sin verle, hacia él. Acurrucado, todo su cuerpo se puso en tensión y, el mago, pudo observar una mezcla de terror y resolución reflejada en sus ojos.
Después, observó las marcas terribles que cubrían todo su cuerpo, y sus manos ensangrentadas. Su sangre, hervió durante unos instantes. ¿Qué habían hecho con él? ¿Quién? ¿Por qué?
Al entrar dentro del campo de visión del muchacho, éste, se puso en pie de repente. Le temblaban las piernas y el mago extendió sus brazos hacia él, creyendo que caería. Tambaleante, el chico retrocedió unos pasos hacia la oscuridad, como si aquella visión le hubiese aterrado más que cualquier otra cosa en el mundo.

_¡Espera! - gritó el mago - No te vayas.

Lentamente, avanzó hacia él.

_¿Sabes quién soy? - preguntó con toda la dulzura de la que fue capaz.

El muchacho, negó con la cabeza.

_Sé que te conozco, - contestó con voz clara y limpia y, el mago, contuvo la respiración - pero no recuerdo de qué.

Con decisión, el mago se acercó a él.

_No te preocupes, no voy a hacerte daño.

Y notó como su hermano temblaba con fuerza. ¿Cuantas veces le habrían dirigido esas mismas palabras, sólo para demostrarle luego que no eran ciertas?
Al dar el siguiente paso, vio como su hermano llevaba su mano derecha contra su cuello.

_¡Ni un paso más! - le advirtió - Si intentas acercarte, me corto el cuello.

El mago se paró en seco. Ni siquiera era un cuchillo lo que tenía en su mano, era un trozo de metal afilado, pero, la resolución de sus ojos y la fuerza con la que lo apretaba contra su cuello, le confirmó que cumpliría su amenaza sin dudar.

_No hagas tonterías, si quisiera hacerte daño, no me importaría que te suicidaras.

_¡No! Si de algo me he dado cuenta, es de que, a pesar de todo, siempre me dejáis vivir. Por alguna razón, no queréis que muera, pero no pienso daros ese placer.

La mano del muchacho se movió con rapidez mientras cerraba sus ojos, y el mago, apenas tuvo tiempo de canalizar su energía hacia el cuchillo, evitando que cortase su cuello. Hubo una diferencia de milésimas de segundo entre una y otra acción, pero bastó para que el improvisado cuchillo volase de sus manos a las del mago.
Aterrorizado, el muchacho retrocedió y, perdiendo el equilibrio, cayó al suelo. Fue entonces cuando el mago se dio cuenta de que iba descalzo, y en su tobillo derecho una cadena impedía sus movimientos. Con toda la delicadeza de la que fue capaz, se arrodilló frente a él y lanzó el cuchillo lejos de ellos. Luego, alzando su mano, acarició su pelo.
Todo el cuerpo del chico estaba ensangrentado, al igual que su cabello. Sólo su cara permanecía intacta, quizás para que sus captores pudiesen disfrutar de sus expresiones de terror.

_Te sacaré de aquí, ¡lo juro! - susurró con los dientes apretados de rabia el mago.

Al tocar su rostro, el muchacho comenzó a gritar histérico, como si el contacto de su piel le abrasara y, aunque el mago le abrazó con fuerza, intentando calmarle, el chico se resistió, golpeándole y arañándole con todas sus fuerzas. El mago soportó los golpes hasta que el muchacho, agotado, se desmayó en sus brazos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

DIOSSSS SIGUELO!!!!!! ME ENCANTA ME ENCANTA!!! ¿QUE MAS PODRIA DECIRTE MARITA???? SABES LO MUCHO QUE ME GUSTA TU FORMA DE ESCRIBIR ^^ NOS VEMOS LINDA!

Mara dijo...

Gracias linda ^^, no sé que haría sin tí... Besos.