lunes, 16 de junio de 2008

Hermanos cap.3

Cap.3: Respuestas

De vuelta a sus aposentos, el mago dejó con suavidad al muchacho sobre su cama. Era casi un niño, como él, pero él había tenido suerte. Acogido desde pequeño por los magos rojos, estos, le habían criado al notar su poder innato.Y, aunque había tenido que soportar luchas, envidias y castigos, nunca le había faltado lo básico para sobrevivir. En cambio, al chico que ahora yacía en su cama, parecía no haberle dado nunca el sol y los maltratos tanto físicos como psicológicos que había recibido eran evidentes.
Con toda la solemnidad de la que fue capaz, invocó de nuevo al demonio que le ayudara anteriormente. El demonio apareció ante él y sonrió al ver al chico de pelo negro.

_Le has encontrado al fin. Esto se va a poner divertido...

_¿Quién le tenía escondido?¿Por qué nadie me había informado de ello?

El demonio entrecerró los ojos.

_¿Tú qué crees? ¿Has olvidado vuestras propias reglas? Nadie puede tener afinidad con otro ser.

_Pero entonces, ¿por qué está vivo? - preguntó señalándole - Comentó algo de que no interesaba que muriese, ¿por qué?

El demonio parecía divertirse con aquello, pero el mago no se inmutó y continuó mirándolo con autoridad.

_Porque él, es un recipiente.

La idea atravesó la mente del mago como una flecha. Un recipiente era para los magos algo que se hacía servir para desviar la ira de los demonios hacia él. El mago, derramaba su sangre en el recipiente; entonces, al protegerse para realizar el conjuro, el demonio, una vez cumplida su misión descargaba su ira contra el recipiente ya que no podía hacerlo contra el propio mago. Pero, los recipientes siempre eran objetos, generalmente, objetos antiguos de gran poder místico. Pero jamás personas. ¡Ningún ser vivo lo soportaría!

_¡Imposible! - susurró el mago - Ninguna persona tiene suficiente poder para ser un recipiente. Se necesita el poder de miles de magos para crear uno. Por eso, sólo están destinados a los miembros del círculo interno.

_Ya te dije que el chico es especial...

El mago lo miró incrédulo.

_Y ahora, dime tú. - continuó el demonio - ¿Quién usa recipientes y por qué estarían interesados en ocultarte su existencia?

El mago recordó las condiciones en las que había encontrado al chico; la sangre que empapaba sus cabellos, las marcas que cubrían su cuerpo, recuerdo, sin duda de la ira de los demonios que había tenido que soportar durante, ¿cuántos años? Y, el terror con el que le había mirado al acercarse él, un mago del circulo interno.
La sangre volvió a hervir en su interior y pensó despedir a su interlocutor, pero cuando alzó la mano se detuvo.

_¿Por qué me dijo hoy aquel demonio que tenía un hermano?¿Qué interés podía tener en que lo supiera?

El demonio pareció ponerse serio.

_No tengo ni idea.

El mago frunció las cejas. Mentía, sin duda, hacía mucho tiempo que conocía sus reacciones y notaba que le mentía en todos los huesos de su cuerpo. Sin decir una palabra, echó mano al colgante que llevaba en su cuello e hizo el gesto de querer romper una de las piedras preciosas que formaban parte de él. El demonio notó como si le arrancasen parte de su ser.

_¡Está bien! - replicó - ¡te lo diré!

Y el dolor desapareció mientras el mago sonreía.

_¡Malditos seáis tú y todos tus antepasados! - replicó aún de mala gana - Se rumorea que el chico puede haberse vuelto peligroso.

_¿Qué quieres decir?

_Se dice que su poder ha llegado a tal, que ese chico, no necesita hacer pactos ni forzar a los demonios a que trabajen para él. Según se cuenta, es capaz de fusionarse con ellos, incluso con los más poderosos, de forma que se convierten en uno sólo. Es como si él poseyera a los demonios y los devorase... Particularmente, creo que son habladurías sin fundamento, pero, puede que el demonio que te contó sobre su existencia creyera que es posible y que, si tú lo rescatabas, lo llevarías lejos de nosotros. O... que los miembros del circulo interno os matarían a los dos al robarles su recipiente. Ni lo sé, ni me importa. Ahora - dijo señalando al muchacho - el problema es tuyo.

Y se marchó riéndose sin que el mago hiciese nada por impedirlo. Tenía razón, ahora, el chico era su problema; y se imaginaba cómo reaccionarían sus compañeros del círculo interno si la historia del recipiente era cierta.


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